(Lima, 8 de junio 2011) Se lo dijo el mismo ex presidente Luis Inácio Lula da Silva al flamante presidente electo Ollanta Humala, cuando lo llamó par felicitarlo por la elección: cuando él fue elegido Presidente del Brasil, hubo también desconfianza en sectores empresariales y del mercados.

En efecto, en octubre y noviembre de 2002, cuando Lula da Silva ganó la presidencia de Brasil, se produjo un fuerte deterioro en la confianza de los capitales: la Bolsa de Sao Paulo se desplomó, el “riesgo país” se multiplicó hasta los 2 mil 700 puntos y el real brasileño se depreció hasta 3.95 por dólar. Los mercados cayeron y el real se negociaba a cerca de 4 por dólar por los temores de lo que un gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) significaría para las ganancias de las empresas Se le llamó “el efecto Lula”.

Y todo ocurrió inmediatamente después de la jornada electoral brasileña, realizada el 27 de octubre de ese año, y pese a que cuando postulaba a Lula, desde el PT se aseguraba que de concretarse el triunfo se mantendría una conducción económica ortodoxa.

Lula incluso había escrito durante la campaña una "Carta al pueblo de Brasil", prometiendo respetar los contratos, pagar las deudas y atenerse a las reglas del libre mercado.

En Lima la Bolsa cayó pese a un discurso moderado de Humala, y a los anuncios de continuar con las políticas económicas que han hecho de la economía peruana una de las más dinámicas del mundo y pese también a la inclusión de un equipo técnico proclive a esas políticas, encabezado por Kurt Burneo.

“Pero luego las inquietudes se disiparon”, relató Lula a Humala, según nota de prensa de Gana Perú, agregando que está convencido que lo mismo ocurrirá con Ollanta Humala.

Tras asumir su mandato en enero de 2008, nombrar su gabinete y comenzar a tomar sus primeras medidas económicas, otro fue el panorama. Apenas cumplido el plazo de gracia tradicional de los cien días, las mejores puntuaciones a la labor de Lula procedían de los mercados y los despachos financieros.

Ello porque, mientras esperaba los primeros resultados de sus proyectos sociales como Hambre Cero y el Plan Nacional de Erradicación del Trabajo Esclavo, el equipo de Lula se concentró en recuperar la confianza de los inversores privados y las instituciones de crédito.

Los operadores de mercado reaccionaron positivamente a la aplicación inmediata de medidas continuistas en política económica: se apreció el real con respecto al dólar, mejoraron los índices del riesgo-país y se revalorizaron los títulos de deuda pública.

Tras ocho años en el poder –se segundo mandato empezó en 2007- Lula convirtió a Brasil en uno de los éxitos más admirados del mundo, un modelo de izquierda responsable que ha dejado huella. Y el mundo entero ha confirmado que el llamado Partido de los Trabajadores es un defensor incondicional del capitalismo.